En esta época del año donde comenzamos un nuevo ciclo, pensamos que por arte de magia vienen cambios porque cambio el año o el mes y realmente vemos que todo sigue igual entre el 31 de diciembre y el 1 o 2 de enero; entonces la propuesta es recordar que lo que cambia eres tú, en tu interior; en ti está el cambio que necesitas para tener resultados diferentes.
Y podemos hacer muchas cosas desde la forma como rituales, plegarias y celebraciones, pero sin perder el rumbo que el verdadero cambio, el del fondo ocurre cuando tu mente y tu sentir en colaboración hacen una nueva asociación. Ahí aparecerán nuevas posibilidades donde cada una se convertirá en un regalo para ti.
Para que esto funcione, necesitamos saber que es diferente tener propósitos y poner intenciones a colocarnos metas y objetivos rígidos que se conviertan en camisas de fuerza y no nos permiten disfrutar el proceso.
La intención y propósito está en caminada en dar dirección confiando en la sabiduría divina, soltando el resultado sabiendo que todo en la vida actúa hacia un bien mayor. Las metas y objetivos estresan al sentir que se tienen que dar a como de lugar sin tener en cuenta las señales que va dando la vida para mover cualquier cambio.
El propósito llena de pasión, da sentido a tu quehacer, va dando valor a tu vida; y desde ahí puedes ir diseñando acciones que permitan dar los pasos hacia él.
La meta viene desde el miedo y rigidez y no permite avanzar con fluidez sobre lo que se ha propuesto; sigue fortaleciendo tus limitaciones y no permite expandir tu amor.
Recuerda vivir este nuevo año como una gran aventura y un nuevo y maravilloso juego que tiene el tablero o pizarra en blanco y cuyo objetivo no es ganar o perder sino disfrutar el proceso con acciones en coherencia que permitan desarrollar tu ser integral; para que así, dejes que todo aquello que necesitas encuentres, te conviertas en un ser que atrae desde su gracia, alegría, paz y plenitud; dejándote guiar de esa inteligencia mayor.