
A inicios de año viví una situación que me llevo a sentir que había perdido algo muy importante para seguir trabajando y avanzando en mi área profesional y aunque todavía es muy recién todas las emociones que sentí, ahí me conectaron con los procesos de la vida que tienen que ver con contracciones y expansiones, con la caída de la noche y el amanecer, con los cierres y aperturas todo implica que algo que ya no se necesita tiende a disolverse y que lo que está por nacer en el flujo total del universo es el poder de la depuración (arar), el requilibrio (abonar) y nutrir (sembrar) para lograr el balance, el constante movimiento y la sanación.
La purificación no solo trata de limpiar el cuerpo y eliminar toxinas, sino también de liberar bloqueos emocionales y mentales que arrastramos sin darnos cuenta. Es un proceso sanador y revitalizante que permite reconectar con nuestro propósito, recuperar la claridad mental, equilibrar nuestras emociones y sentirnos en paz con nosotras mismos. Sin embargo, no nos damos cuenta por vivir en el automático, cuando necesitamos depurar y continuamos cargando muchas cosas que no nos corresponden o que son tan pesadas y no nos permitimos soltar las cargas emocionales; y ahí la vida termina haciéndolo por nosotros, un poco a la fuerza y un poco con compasión.

Entonces viene el desconcierto donde la balanza se inclina hacia sentir que quedo un vacío, nos quedamos sin piso y sentimos que no logramos sostenernos; el cuerpo, la mente y la emoción necesitan un reequilibrio, regular eso que terminó siendo la zona de comodidad pero que internamente estaba desregulado y no nos habíamos dado cuenta. Este reequilibrio será un proceso de transición reflexivo hasta que sintamos que poco a poco vamos encontrando sentido a lo que paso; y viene el sentir de cuáles son esos nuevos abonos que necesitamos colocar.
Para que finalmente llegue la nutrición, con que quiero volver a llenar lo que se fue, que otras formas tengo de reinventarme, ¿y si no haga más de lo mismo?, es un renacimiento, que nos invita a depurar lo que no necesitamos para permitir que nuestra luz vuelva a brillar con toda su fuerza y vitalidad. ¿Que necesito que entre a mi vida? lo nuevo, lo profundo, lo diferente, lo desconocido para abrirme a una nueva versión de mí misma, más alineada con nuestra propia esencia.
Recordemos que como vivamos este proceso será más transitable o no; practica ser generos@ contigo mism@ desde la autocompasión, el autorrespeto y el buen trato hacia ti, recordándote que finalmente cada error se convierte en una gran oportunidad de aprendizaje. Y que, además, lo que llamamos error es las forma que utiliza el alma para hacer transformaciones, fue necesario nada llega al azar o por casualidad. Y ahí es cuando escoges en vez de huir, reaccionar, quédate contigo, en silencio, sintiendo y dejando salir todo lo que venga, acompañándote de verdad, como si lo hicieras con tu mejor amigo; para percibir con claridad que finalmente algo había cambiado, en el proceso de arar, abonar y sembrar, y no fue tan difícil ni laborioso.
