El sabio y la mariposa
Cuenta la historia que había 2 hermanas muy curiosas que se propusieron cuestionar la inteligencia de un gran sabio. La una le dijo a la otra, ¿Por qué no buscamos una pregunta que el sabio no sea capaz de responder?
– ¿Y cuál puede ser?- preguntó su hermana.
– Espera, que tengo una idea…
La niña salió de la habitación, y a los cinco minutos regresó con algo envuelto en un trapo.
– ¿Qué llevas ahí?- preguntó su hermana con curiosidad.
Entonces, la niña levantó ligeramente el trapo y dejó ver una hermosa mariposa azul.
– ¡Oh!- ¡Qué bonita!- exclamó su hermana
-. Pero… ¿Qué pregunta le haremos al sabio?
– Verás, iremos a verle y sostendré la mariposa en mi mano. Le preguntaremos: ¿Qué crees que tengo en la mano: una mariposa viva o una mariposa muerta? Si él responde que está viva, apretaré la mano sin que se dé cuenta y así la mariposa estará muerta cuando la abra… Y no habrá acertado. Si responde que está muerta, la dejaré libre, y el sabio tampoco habrá acertado…
– ¡Qué lista eres, hermanita!– dijo entusiasmada su hermana.
La respuesta del maestro a la pregunta de la niña Así que las hermanas corrieron a ver al viejo sabio. Al llegar, la niña le hizo la pregunta que habían acordado:
– Tengo una pregunta para ti, gran sabio… ¿Qué crees que tengo en la mano: una mariposa viva o una mariposa muerta?
El anciano se quedó mirándola a los ojos y respondió muy sereno:
— Todo depende de ti. Está en tus manos.