Claudia Psicoterapia

Este mes y el siguiente, celebramos todos los años el día de la madre y el día del padre en muchos países del mundo; meses para recordar lo que hemos sido como padres y nuestras vivencias como hijos; una oportunidad cada año también para poder sentir que esas heridas ancladas en nuestra niñez ya comienzan a tener cicatriz; el niño herido sigue sintiendo la herida abierta y buscando culpables, el adulto transformado mira con honra y consciencia lo vivido para poder tomar la vida y seguir adelante. 

Vivimos la primera infancia siempre estamos idealizando a nuestros padres y los vemos como héroes con los cuales nos sentimos seguros y muy protegidos, no existe nada más en el mundo que nos hace felices. 

Al llegar a la adolescencia empezamos a cuestionar a nuestros padres y a diferenciarnos de ellos en la medida que estamos encontrando nuestro camino lo cual implica tomar distancia y entrar a verificar lo que nos fue enseñado por ellos para ponerlo en perspectiva. 

En la juventud comenzamos a sentir que cuando tengamos nuestros propios hijos seremos mejores padres de los que tuvimos y para nada cometeremos los mismos errores; sin embargo, terminamos caminando casi que por el mismo camino. 

Y es solo en la adultez donde podremos soltar la experiencia que tuvimos con nuestros propios padres, para resignificarla sanando historias casi siempre distorsionadas por la mirada del niño, para poder desde la comprensión comenzar a disfrutar el viaje previamente diseñado en un acuerdo de almas donde nos escogimos como padres e hijos. 

Y es en este momento donde nos liberamos de sentir que nuestros padres se equivocaron con nosotros, fallaron o no nos dieron lo que “yo” necesitaba o lo que dieron no fue suficiente para “mi”, finalmente hicieron lo mejor que pudieron con lo que tenían. 

Nos liberamos de creer que somos proyecciones de ellos, tenemos que vivir sus vidas para que ellos se sientan orgullosos, ya que cada uno vino a vivir una experiencia diferente y soltar estas lealtades ayudara a que cada uno encuentre su propio camino. 

Y finalmente nos liberamos de que se sientan culpables de mis propios traumas y/o decisiones de vida ya que cada uno es el diseñador de su propia experiencia de vida y cada uno vino a vivir a esta vida su propio aprendizaje 

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